jueves, 25 de junio de 2009

ESTATINAS E ICTUS ¿Qué hay de nuevo?

El tratamiento utilizado para reducir los niveles elevados de colesterol podría ser una buena opción terapéutica para los ictus
Las estatinas, fármacos que reducen el nivel de colesterol previniendo así enfermedades cardiovasculares, también podrían servir para el tratamiento de la fase aguda de los accidentes vasculares cerebrales. Cada vez con más evidencias científicas que apuntan en esa dirección y ya superada la fase experimental, se empiezan a aplicar en muchos centros hospitalarios. No obstante, aún no están incorporadas como indicación formal en las guías de práctica clínica y, por lo tanto, no es un tratamiento habitual. ¿Será el futuro en el ictus?

El colesterol, ese temible enemigo

El colesterol, temido por buena parte de la población adulta, es un conocido enemigo del corazón. Pero también puede serlo del cerebro. En esta segunda faceta es menos conocido e importante que otros factores de riesgo responsables de los infartos cerebrales, pero lo cierto es que también puede conducir a un ictus o accidente cerebrovascular (ACV). Así, la hipertensión arterial es un factor de riesgo más potente que el colesterol para provocar un ictus, mientras que el colesterol lo es para originar un infarto agudo de miocardio.
Sin embargo, esta realidad no puede hacer olvidar que el colesterol también puede favorecer un ictus, según ha explicado Joan Montaner, director del Laboratorio de Investigación Neurovascular del Servicio de Neurología del Hospital del Valle de Hebrón de Barcelona. «El impacto del colesterol sobre los ictus es relevante, pero no tan importante como en el corazón. El cerebro sufre más por la hipertensión arterial, mientras que el colesterol tiene un impacto mucho menor», explica Jaume Roquer, jefe del Servicio de Neurología del Hospital del Mar de Barcelona.
Al corazón le sucede al revés: el colesterol es más lesivo y la hipertensión arterial no tanto. «Pero cabe decir que el impacto del colesterol está muy discutido en patología cerebrovascular», ha matizado Roquer. Dentro de los distintos tipos de ictus, el colesterol está más relacionado con los ictus ateromatosos, que son aquellos que ocurren por oclusiones de distintas arterias, bien porque se produce una estenosis (o estrechamiento) de la arteria carótida (los vasos del cuello) o de las intracraneales (en el cerebro). En total, es el responsable del 25% de los ictus. «Este no es un porcentaje desdeñable, aunque en otras sociedades aún es más importante», comenta Montaner.


Papel de las estatinas


Hasta ahora, las estatinas se han utilizado para reducir los niveles elevados de colesterol, puesto que, en exceso, éste es un importante factor de riesgo cardiovascular. La primera estatina, simvastatina, apareció en el mercado en 1984 y, desde entonces, sus beneficios para prevenir la enfermedad coronaria han quedado bien demostrados. Se emplean, sobre todo, en las personas que tienen un exceso de colesterol y placas de ateroesclerosis que entrañan riesgo de cardiopatías.
Su papel principal ha consistido en la prevención primaria de los infartos de corazón (evitarlos cuando aún no se han producido). Según Montaner, de momento ningún estudio ha demostrado que las estatinas sean útiles en la prevención primaria del ictus, es decir, para evitar un primer ictus. En cambio, estudios realizados por su grupo empiezan a demostrar que la administración de estatinas puede ser útil tras uno de estos episodios, como prevención secundaria, así como para mejorar la evolución y complicaciones de los infartos cerebrales.
En concreto, las estatinas se aplican en la fase aguda del ictus, es decir, durante las primeras horas que siguen al accidente cerebrovascular. Además, la administración de estatinas no tendría como objetivo disminuir el colesterol, sino estabilizar la placa de ateroma y así favorecer la recuperación de las neuronas que mueren durante la fase aguda de estos episodios. ¿Por qué? Porque las estatinas inhiben una vía que también es responsable de otros efectos, llamados pleiotrópicos, la mayoría de los cuales están relacionados con fenómenos de inflamación.
Las estatinas son antiinflamatorios muy potentes que evitan que progrese la ateromatosis en la fase aguda del ictus, donde hay una inflamación muy importante. «En los infartos cerebrales hay unas células de la serie blanca, neutrófilos o morfonucleares, que pueden causar mucho daño. Mientras que las estatinas, administradas en esta fase aguda, actuarían como antiinflamatorios y neuroprotectores», precisa Montaner sobre el papel de estos fármacos.


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http://www.consumer.es/web/es/salud/investigacion_medica/2007/12/26/173184.php

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