El célebre informe del Comité de la Escuela de Medicina de Harvard publicado en 1968 propone por primera vez definir el llamado coma irreversible hasta entonces como un nuevo criterio de muerte, y reconoce como motivación esencial para ello la cantidad de pacientes con cerebro dañado severa e irreversiblemente que estaban sometidos a ventilación mecánica y la ausencia de sistematización sobre las condiciones requeribles del presunto donante para efectuar la ablación que. permitiera la obtención de órganos para trasplante.
Para la medicina y para la sociedad este hecho significó la internacionalización de una nueva definición que cambió el concepto y el criterio sustentado hasta entonces y que se basaba en la completa interrupción del flujo sanguíneo (paro cardíaco o asistolia) y la cesación consecuente de las funciones vitales (respiración, ruidos cardíacos, pulso. etc.) El corazón ya no podía ser considerado el órgano central de la vida y la muerte como sinónimo de ausencia de latido cardíaco. Se elegía el cerebro como el órgano cuyo daño debía definir el final de la vida2.
El paso del tiempo y el continuo avance tecnológico complicó aun más la comprensión de este concepto en virtud de la generalización de la aplicación del soporte vital al paciente grave y la consecuente implicancia que su aplicación o retiro tiene en la muerte del mismo. El advenimiento de toda una época que puede llamarse de "muerte intervenida", en la que las acciones que se emprenden, se omiten o se suspenden en el paciente crítico tienen una influencia decisiva y cercana en la determinación de la muerte, ha creado una importante cantidad ddudas, dilemas y conflictos que deseamos examinar en el siguiente LINK:
Para la medicina y para la sociedad este hecho significó la internacionalización de una nueva definición que cambió el concepto y el criterio sustentado hasta entonces y que se basaba en la completa interrupción del flujo sanguíneo (paro cardíaco o asistolia) y la cesación consecuente de las funciones vitales (respiración, ruidos cardíacos, pulso. etc.) El corazón ya no podía ser considerado el órgano central de la vida y la muerte como sinónimo de ausencia de latido cardíaco. Se elegía el cerebro como el órgano cuyo daño debía definir el final de la vida2.
El paso del tiempo y el continuo avance tecnológico complicó aun más la comprensión de este concepto en virtud de la generalización de la aplicación del soporte vital al paciente grave y la consecuente implicancia que su aplicación o retiro tiene en la muerte del mismo. El advenimiento de toda una época que puede llamarse de "muerte intervenida", en la que las acciones que se emprenden, se omiten o se suspenden en el paciente crítico tienen una influencia decisiva y cercana en la determinación de la muerte, ha creado una importante cantidad ddudas, dilemas y conflictos que deseamos examinar en el siguiente LINK:
http://www.medicosecuador.com/espanol/articulos_medicos/68.htm
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